Con las campañas de vacunación avanzando, a diferentes ritmos, en los países de Europa y América, la posibilidad de controlar la pandemia de coronavirus pasará por la efectividad de los antídotos contra las nuevas variantes emergentes del SARS-CoV-2.
En ese contexto, un equipo de trabajo del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), de Madrid, España, analizó la potencialidad de las modificaciones en las cepas y, a su vez, el seguimiento de las vacunas y sus efectos. En un documento publicado en Frontiers in Immunology, la institución reconfirma sus presunciones sobre que sería muy improbable que las mutaciones actuales pudieran saltar la eficacia de las vacunas para combatir el Covid-19.
Los especialistas indicaron que “los cambios en la proteína espiga entre las nuevas variantes de SARS-CoV-2, en comparación con la cepa de Wuhan-1, incluida en las formulaciones actuales en uso, pueden conducir a la selección de mutantes de escape, que reducen o incluso eliminan uno, varios o incluso los tres brazos de la respuesta inmune adaptativa contra este virus pandémico. En las últimas semanas, la variante Ómicron del SARS-CoV-2 B1.1.529 fuertemente mutada se propagó rápidamente primero en Sudáfrica y luego en el resto del mundo, lo que plantea dudas sobre la eficacia de la vacuna. Sin embargo, nuestro análisis demuestra que no es tal”.
Según publicaron en Infobae.com, este estudio se concentró en las respuestas inmunitarias contra la última nueva variante Ómicron. Aunque se observaron algunas diferencias, este efecto sigue siendo muy pequeño en comparación con las respuestas citotóxicas y auxiliares globales provocadas con las vacunas autorizadas actuales.
Los autores del informe explicaron que las variantes de Covid-19 deberían mutar muchísimo más de lo que lo están haciendo, y a la vez, de un modo muy diferente al que se viene observando en los diferentes análisis para pensar en un utópico escenario en el que las vacunas no ofrecieran una buena protección para la infección.